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Diario El Pais
España
23-10-2001
Espectáculos
Por Loudes Gómez
(Londres) |
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De
Charlie Watts sólo se escucha una queja de su vida con los Rolling Stones: las horas
muertas en el estudio de grabación, las esperas interminables hasta que Mick Jagger o
Keith Richards acudían a la cita con el resto del grupo. Un día resumió su frustración
con una frase que ha pasado a la historia del rock and roll.
'Llevo 20 años esperando y cinco tocando la
batería', dijo a mitad de carrera. Charlie Watts ha dejado ya de perder el tiempo.
Con 60 años, dedica ahora las fases de inactividad con los Stones a un vicio que le
acompaña desde niño: el jazz. 'Siempre he sentido una gran admiración por la gente
que interpreta esta forma de música', afirma en la habitación de un selecto hotel
de Londres en vísperas de salir de gira con su nueva formación de jazz, el Charlie Watts
Tentet.
El elegante batería parte hoy a Nueva York; en
unos días, a Tokio, y el próximo 24 de noviembre participa con su banda en los
conciertos de reapertura de la sala Cova del Drac de Barcelona. Es la primera vez que
acerca su repertorio de jazz a una audiencia española. Enterarse del parte meteorológico
de la gran urbe estadounidense adquiere prioridad.
Porque, además del vicio musical, Watts siente
obsesión por el vestuario. 'La ropa es como un fetiche para mí. Un abrigo de Loewe
en piel de cabra ha sido mi última adquisición', señala mientras se pregunta si
será prudente llevarlo de gira.
'Siempre he
preferido que Mick o Keith tomen la palabra. Y no actúo de líder de mi banda; yo soy el
dueño' |
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Entre los 10 músicos de la banda, Watts se
apoya en viejos amigos y compañeros de anteriores formaciones, como el bajista David
Green, el saxofonista Peter King y el trompetista Gerard Presencer, y da espacio a
sucesivas generaciones de intérpretes basadas en el Reino Unido. Profesionales como Luis
Jardim, Anthony Kerr o Julian Argüelles, que participaron en el debút oficial del Tentet
en el templo londinense del jazz, el famoso Ronnie Scott's, en el verano.
En Barcelona, el repertorio girará en torno a Duke
Ellington, Charlie Parker, Thelonious Monk, además de composiciones originales.
A Charlie Parker debe en cierta forma su nueva
situación profesional. La reedición, en 1991, de un libro en la memoria del mítico
Yardbird, que él mismo había escrito e ilustrado casi tres décadas atrás, Ode to a
high flying bird, precipitó una carrera en paralelo a los Rolling Stones.
Para entonces, Watts ya se había estrenado en
Ronnie Scott's con su big band y formó su propio quinteto para acompañar musicalmente el
lanzamiento del libro. De ahí surgieron los compactos From one Charlie, A tribute to
Charlie Parker with strings, Warm and tender y Long ago and far away.
'Ahora tengo que colocarme en primera línea de
los focos. No me entusiasma particularmente. Siempre he preferido que Mick o Keith tomen
la palabra. Pero no actúo de líder de mi banda; esa tarea se la cedo a Peter; yo soy el
dueño', cuenta con humor.
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Charlie Watts, en Londres.
( ILPO MUSTO )
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El rostro de Watts es un abanico de
expresiones. En segundos pasa de la sorpresa a la incredulidad, del entusiasmo al
aburrimiento, de la seriedad a la burla. El movimiento facial es quizá un mecanismo de
autodefensa contra la timidez. En el escenario observa a sus colegas con la atención de
un zorro, paciente hasta que llega su momento de entrar en acción.
'Una vez que arranca la música da igual actuar
para miles de personas en un estadio que para un puñado en un club. Tocar en locales
reducidos es parte de la diversión de esta aventura. Estás físicamente muy próximo
tanto a la música como al público. La gente te observa, lo cual me resulta bastante
aterrador. Pero no me siento más vulnerable; simplemente sé que cada movimiento y cada
gesto pasarán por la criba de la crítica. Cuando funciona es una experiencia muy
agradable'.
Watts habla de sus incursiones en el jazz como la
'pasión' que llena su vida en contraposición de su faceta profesional con los Stones.
Descubrió esta pasión con 12 años, cuando escuchó la batería de Chico Hamilton en
Walking shoes, un tema grabado por Gerry Mulligan. 'Me había comprado un banjo, pero
me harté de intentar aprender a tocarlo. Le corté el mástil y comencé a practicar con
un par de escobillas. Quería tocar como Chico Hamilton'.
Con la música en el horizonte ingresó en una
escuela de arte, la misma ruta que siguieron la gran mayoría de las futuras estrellas
británicas del pop y el rock. John Lennon, Keith Richards, Syd Barrett, Pete Townshend,
Ray Davies, Eric Clapton y muchos más sembraron sus primeras semillas en institutos
universitarios de arte. 'Allí conocí a mi mujer, Shirley. En esa época, finales de
los cincuenta y principios de los sesenta, eran centros fascinantes en los que caímos
todos los que no queríamos ser como los demás. Había gente muy interesante, de todas
las clases sociales, y el ambiente era bohemio e increíblemente creativo. Las cosas han
cambiado mucho ahora', recuerda.
El rock and roll aún debía irrumpir en los clubes
londinenses, y para el joven Watts no había expresión más arrebatadora que el jazz en
todas sus variantes. Pasó de banda en banda, de la formación de Alexis Korner a los
Rolling Stones, pero él siempre se vio como 'un batería de blues'. 'He
tocado con mucha gente diferente, y un buen día tuve la fortuna de conocer a Mick y a
Keith y entrar en los Rolling Stones. Ésta es la música que yo hago, los Rolling Stones
soy yo, son mi vida; el resto son pasiones e intereses alternativos', advierte.
En realidad, Charlie Watts siempre ha sido un
rockero atípico. En vez de las juergas que inevitablemente vienen detrás de un gran
concierto, el batería prefería retirarse a la habitación del hotel. 'En 1964
comencé a dibujar cada cama de hotel donde me hospedaba durante las giras con los Stones.
Lo hice en un principio por aburrimiento y porque no podía dormir; ahora es una
necesidad. Pero de mí no surgirá la iniciativa de exhibir mis dibujos al público; las
exposiciones se las dejo a Ronnie Wood', exclama.
El batería ya está preparándose para el nuevo
disco de los Stones, previsto para el año próximo, y acaba de comprar una maleta que
llevará sus impecables trajes por todo el mundo. 'Es difícil parar, aunque
personalmente pienso que se está acercando el momento de decir adiós a las giras de los
Rolling Stones. Las piernas flaquean y el cuerpo ya no aguanta ninguna jornada de resaca',
comenta. 'Las giras son duras', continúa, 'porque tenemos que estar juntos
día tras día y hay que ser muy disciplinados. Nunca hemos convivido juntos, sólo nos
juntamos para tocar, y a ese espacio que nos concedemos entre unos y otros debemos el
mantener vivos a los Rolling Stones durante tantos años'. |