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Revista Barrio Jalouin
10-1993
Por Leila Gueriero |
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Lleva el torso
desnudo, sudoroso, y el pelo en mechones desprolijos como una corona deslucida alrededor
de la cara. Baila, transpira, canta y se desplaza con prisa de liebre bajo las luces, como
si el show hubiera comenzado cinco minutos antes, La boca ruge demasiado cerca del
micrófono y de lejos se ven, apenas, sus ojos delineados. Es El, Oh sí, es Mick...
DE PRONTO, Mchael Philipp Jagger, voz, cara y emblema de los Rolling Stones, se
planta, adelanta su sexo y simula tocarse -o se toca- debajo de los pantalones negros
ceñido, mientras ensaya su mejor cara de león joven y perverso.
-Me gusta su obscenidad-, dice
Mariana recorriendo el peligroso camino que separa al fanatismo moderado de la calentura
platónica. -Me gusta físicamente porque siempre me gustaron los flaquitos. Además tiene
una cara obscena, de rasgos duros, una boca demasiado grande..., esa gesticulación...,
cómo la mueve..., no sé, me calienta. Siempre pensé que me lo cogería mucho más allá
de su fama, aunque hubiese sido verdulero. Pero ahora está viejo, pelado, y su cara, como
tiene rasgos tan marcados, se arrugó estrepitosamente... Ahora no me acostaría con él,
pero igual queda el mito, y el tipo canta re-bien y todo... Aunque a mí me gusta más
Richards, tiene la voz más ronca, más como a mí me gusta.
En la tarde fría de invierno
Mariana aclara lo que le gusta. Hay que verla, a sus veintipico, devolver las preguntas
con la frialdad del que sabe que los mitos, mitos son.
-Para mí Jagger tiene toda esa
cosa masculina mezclada con toda esa suavidad... Es una imagen mucho más suave que la de
Richards. Y las mujeres mueren por hombres así, andróginos, o medio afeminados. Si no,
fíjate Locomía: cientos de mujeres muertas por tipos que son absolutamente homosexuales.
Y es que, me parece, la fama tiene mucho que ver con lo femenino, porque culturalmente lo
que brilla, lo que despierta pasiones, es lo femenino.
DE LA PELVIS COMO PUÑAL
Jagger corre, canta y transpira
sobre el escenario, pronuncia el inglés como le da la gana, despliega su lengua hermosa,
serrucha el aire con la pelvis, como quien apuñala una cadena.
-¡¿Cogerme él a mí...?!
¡Nooooo!-, se burla sin escándalo Sergio, 21 años y viejo fan de los Stones.- Yo a él,
no sé, quizá en gira con los Stones por Medellín me lo hubiera garchado. Pero a
Richards ni en pedo.
-Entonces hay algo de femenino en
Jagger...
-Pero por supuesto, Jagger es una
princesita, es un delicadito.
-Y eso es algo femenino....
-pero si tienen unos huevos
bárbaros... qué femenino. Jagger tiene el look de hecho mierda, de locura, de sexo. Mick
era un "hecho mierda-atractico". Ahora es un dandy, un superempresario, un super
star. Era atractivo en aquel momento porque estaba hecho mierda pero lo hacía bien.
Doblemente atractivo, porque rozaba el peligro y salía ileso.
Desde la cabina de operaciones de
una radio Rodolfo adhiere, sin saberlo, al grupo de hombres en los que Jagger despierta
una.... respuesta exitosa.
-Es único, inexplicable. Decíme
qué otro tipo de cincuenta hace lo que hace él. Aunque no entiendas las letras lo mirás
y parece que te dijera todo con el cuerpo -y Rodolfo se mueve, un metro noventa, sinuoso,
imitando. -Si yo saliera con el tipo y pudiese estar con él... El a mí no..., pero si
tuviera onda, estuviera borracho, yo sería capaz de cogérmelo, porque no es que te
incita al cafecito, a la charla entre amigos. Jagger es descontrol, drogas, sexo... A
todos los que son fanáticos les pasa lo mismo: para los tipos es una mina y para las
minas es un tipo. Es raro.
Es raro. En su disquería de San
Isidro, Pablo juega con la cajita del último CD de David Bowie y desliza algún elogio,
sin fanatismos.
-Yo lo veo a jagger y me gusta
cómo canta, me parece que los gestos y la mirada son muy seductores. Y me parece también
que lo que él hace solo, musicalmente, no es bueno, mucho más homosexual. Bah,
absolutamente puto estaba.
Muerto de risa prende un cigarrillo
y, sin más vueltas, confiesa.
-Sí, me he sentido atraído por
Bowie. Me doy cuenta que siento una atracción extraña por él. Me gusta cómo se mueve,
cómo canta, cómo baila, lo admiro muchísimo como artista, ¿no?, y además lo veo y...
me lo como...
SENTIMENTAL Y CANYENGUE
Laura, frente a un escritorio
desprolijo y moderno, se regodea con el tecito de la media mañana.
-Yo tengo diecisiete, ¿no?, y a
mí él me gusta desde que es chiquito, desde que tenía veinte años. Mi novio era
fanático cuando lo conocí y así me enganché yo. Si pudiera verlo me le tiro encima,
seguro, me encanta escucharlo cantar, es tan canyengue. A veces no le entiendo, pero le
presto atención a los gestos y parece que entendieras qué quiere decir. Me gusta todo:
los gestos, la cara, los ojos... Tiene una mirada tan dulce... Parece un poco bruto, pero
eso a mí me gusta, le queda bien, ¿no?. Lo único que sé es que me excita verlo cantar,
lamer el micrófono, y en todo caso, si te hace un poquito de mal, ¿qué importa? -y
Laura se ríe como diciendo: "¿para qué soy joven?".
Sombras de duda se agitan entre
tanto fanatismo. Mujeres y varones para los que Jagger es apenas un buen cantante, un buen
showman, un buen compositor, un buen negociante, y, a veces, ni siquiera algo de todo eso.
-A mí no me gusta -dice Cintia
sentándose sobre sus manos, pensativa. -Me parece que es sensual, que tiene personalidad
muy fuerte y que es un cantante fabuloso, pero muy violento. Creo que las chicas se
enganchan con gente así, porque el juego peligroso (o aparentemente peligroso), seduce. A
mí no me parece tan fascinante, y además no entiendo cómo te puede fascinar alguien que
no conocés.
Luis, el novio de Cintia, es tan
tranquilo como se lo permiten sus veintidós años y su gusto excesivo por todo lo que se
mueva en el mundo bajo la forma hechicera de semicorcheas, negras, blancas y semifusas.
-Yo creo que uno siempre pienso,
cuando le gusta realmente uno de estos tipos, en la posibilidad de estar en el lugar de
ellos, de poder ser como ellos. A mí me parece que Jagger también es su leyenda: él es
el animal, la falopa, el sexo, la boca, es los Rolling Stones,
"el-grupo-de-rock-más-grande-que-hay-sobre-la-tierra". Y la seducción
funciona, ¿cómo no va a funcionar?. Si a mí, por ejemplo, en un recital viene Iggy Pop
y me pido que le dé un beso en la boca, yo, en ese momento y porque estoy en el mundo al
que me quiso llevar el tipo, se lo doy.
Mick se desbarranca casi al borde
del escenario, mueve los hombros, se moja, se moja. Se moja y se esfuerza, pero ella mira
con ojos de acero. Dice que se llama Lucila. Apaga el equipo donde suena Wandering
Spirit, cierra la carpeta de plástico negro y suspira ente un binomio cuadrado
perfecto y otro.
-No. No me parece atractivo. Me
gusta cómo baila, me parece que es suelto y divertido. No parece de sesenta...
-De cincuenta, nenita -dice Helena,
la hermana.
-Bueno, cincuenta -acepta la
despiadada Lucila-. Igual no me llega a gustar. Me compré su último disco, es bárbaro,
pero yo por James Dean caigo enamorada y este tipo me gusta cómo canta, nada más.
-Detrás está siempre la merca,
pero ¡cómo baila, cómo se mueve el hijo de mil puta! -dice Helena. -Yo siempre me comí
el coco con que por ahí el tipo se aburría cuando estaba solo y yo le podía parecer
bárbara, pero ahora me voy a casar -corta con una sonrisita malandra.
HACHAZOS EN LA FOTO
El público ruge, las luces
atropellan y Jagger está en medio del escenario mirando directamente a la multitud. Las
luces que llegan desde abajo desnudan su sonrisa de perro callejero. Los dientes empiezan
a perfilarse húmedos, descomunales. Las gotas de sudor resbalan por el cuerpo y son,
¡ay!, inatrapables.
-No es el mismo, no es el mismo
pero me gusta igual.
Adriana pasa las hojas de un
cuaderno Rivadavia en el que, veinte años atrás, pegaba fotos de Mick en limousina,
fotos de Mick en el escenario, fotos de Mick con mujeres hermosas.
-Me parece un tipo muy contenido,
un inglés de pura cepa mística Mick Jagger. Y esa mezcla de tipo educado, atento, con el
sacado total del escenario, me mata, me mata -y acaricia con ternura los hachazos que ha
dejado el tiempo en el rostro del viejo Mick que, allá en la foto, no se entera de
ninguna devoción.
Mariana tiene 21 años, amplia
experiencia en recitales, y se entusiasma, com si adherir a Jagger fuese cuestión de
ética pura.
-Claro que tiene cincuenta años y
parece hecho de fuego. Es pura energía, pero el tipo está ahí como diciendo: "Acá
estoy yo, tómame ámame o déjame". Me parece demasiado soberbio y además, no sé.
Pero las mujeres l oven y desfallecen. Y digo yo: ¿nadie se da cuenta de que Jagger es un
enano?.
Mick es quizás el primero en no
darse cuenta, en intuir qué clase de sueños prefiere la gente, cuál es el cordel del
que hay que tironear en cada caso.
-A mí me parece re-cogible, me
parece potente, me parece... yo muero con ese tipo -dice Chachi agitada. -Y no tiene nada
que ver que sea lindo o feo. Es la capacidad del tipo de despertar tu fantasía. Yo me
caliento con cada uno: Jeff Bridges, Harveey Keitel, tipos feos... pero, ¿Sabes qué
soñaba yo de chica, con qué fantaseaba? Con que Jagger me venía a buscar a mi casa, me
raptaba, me llevaba con él y me tenía encerrada. Al principio yo no le daba bola y
después moría por él. Tipos así son para tenerlos lejos, porque te pueden hacer sufrir
mucho.
Viejo, duro, malo, afeminado, dulce
o cogible, Jagger es Jagger todavía.
-Yo pienso en él y me sofoco -dice
alguien- y cada vez que piense en él, de acá a mil años, me seguiré sofocando.
De acá a mil años él se calzará
el micrófono entre las piernas y miles de chicos y chicas frenarán al borde del
paroxismo sintiendo extrañas cosquillas en los riñones. De acá a mil años, porque los
mitos, como los milagros, son absolutamente imprescindibles. |